León Trahtemberg, en su
libro “ La educación en la era de la tecnología y el conocimiento”, realiza un
amplio análisis de las exigencias de la modernidad a los sistemas educativos y
a sus actores. En cuanto al papel del educador señala lo siguiente:
“Se requieren cambios paradigmáticos para
girar del tradicional estilo pedagógico centrado en el profesor, la enseñanza,
la información y los exámenes de ingreso a la educación superior, hacia un
nuevo enfoque centrado en el estudiante, que sea capaz de pensar en asuntos que
vayan más allá de las disciplinas o de sus áreas de especialización. Los
estudiantes deben desarrollar ciertas habilidades intelectuales, como el
pensamiento analítico y crítico, la habilidad para realizar juicios, razonar
cuantitativamente, confrontar y balancear los puntos de vista de los demás.
Para ello se requiere focalizar la actividad educativa de modo que les permita
aprender a aprender y a resolver problemas de manera original y creativa.
Esto obligará a los profesores a reemplazar
su actual autoimagen como recipientes de la información, por otra que los
convierta en facilitadores del aprendizaje y en agentes de cambio. Deberán
dejar de ser líderes transaccionales –que se apoyan en el status quo- para
convertirse en líderes transformacionales, que promuevan la creación de un
nuevo orden... lo que requiere el desarrollo de nuevas estrategias de
enseñanza”.
“En lo pedagógico, el principal cambio
conceptual que debería ocurrir es la transformación de la pedagogía de la
respuesta o de la repetición, a la pedagogía de la pregunta o de la
creatividad. Es decir, en lugar de formar profesores que lo saben y contestan
todo, formar profesores capaces de preguntar y proponerle a sus alumnos que
ellos hagan las preguntas que guíen su propia investigación y especulación”
esta es una tarea muy compleja, y que se
constituye en un eje clave para el desarrollo de cada nación. También dan
evidencia de que ya se cuenta con señales bastante claras de cuál es el camino
ha recorrer.
La cantidad de estudios,
conferencias, seminarios e investigaciones que se han realizado en la década
anterior, en donde se analiza o debate sobre el nuevo perfil del educador,
tanto de primaria como de secundaria, es tanta que valdría la pena contar con
un “estado del arte” que le recoja bajo análisis. Así podría determinarse las
coincidencias, que son muchas, y las divergencias.
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